Proverbios 6:13

 Que guiña los ojos, que habla con los pies, que hace señas con los dedos” (Pr 6:13).

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Las personas impías a menudo esconden sus malas intenciones detrás de un lenguaje corporal sutil. En lugar de declarar abiertamente sus objetivos malvados y ser rechazados como peligrosos, usan métodos encubiertos e indirectos para ocultar su maldad. Un hombre sabio aprenderá a reconocer a estas personas hipócritas y mentirosas, aunque se esfuercen por encubrir sus maliciosos designios. Todos los hombres nobles y virtuosos deben rechazar tales métodos secretos y dar a conocer plenamente sus intenciones piadosas.

El proverbio es precedido y seguido por otros que indican que el sujeto es una persona mala, maliciosa y sinuosa (Pr 6:12,14). Esto no es un guiño ordinario, un movimiento de pies o lenguaje de señas. El contexto requiere que estos movimientos sean parte del repertorio de una persona malintencionada al comunicar sus malos pensamientos a los demás. Aquellos que honestamente usan guiños, movimientos de pies o hacen señas no deben temer de este proverbio.

Las personas impías son dominadas por la necedad y la maldad de sus corazones (Pr 6:14). No pueden detener sus pensamientos o acciones pecaminosas (Pr 6:14). Hablan con boca perversa, arrogante y rebelde (Pr 6:12). Trabajan constantemente en su vil negocio de sembrar discordia (Pr 6:14). No pueden descansar si los demás están en paz, porque siempre están en guerra (Sal 55:21; 120:7). Su boca, sus ojos, sus pies y sus manos trabajan en una sola dirección: defraudar a los demás.

Judas traicionó al Señor Jesucristo con un beso (Lc 22:47-48). Las heridas del amigo son mejores que tales besos (Pr 27:6). Las prostitutas no declaran abiertamente que son rameras: comunican sus intenciones con los ojos, la ropa y los movimientos del cuerpo (Pr 6:25; 7:10; Is 3:16-23). Los hijos rebeldes ponen los ojos en blanco a sus padres en lugar de maldecirlos verbalmente, pero Dios considera ambas acciones igualmente viles (Pr 20:20; 30:17).

Este proverbio te enseña a identificar a las personas malvadas por su boca arrogante y su lenguaje corporal encubierto, a evitarlas para que no seas víctima de sus malas intenciones y sutiles comunicaciones, y a saber que Dios pronto las juzgará sin remedio (Pr 6:15). El Dios bendito y santo del cielo odia a tales personas (Pr 6:15-19). Mantente alejado de estas personas peligrosas, o te devorarán cuando les convenga (Pr 10:10; Sal 35:19).

Este proverbio también te enseña a ser directo, honesto y virtuoso en palabra y obra. El habla y el lenguaje corporal de los hombres justos debe ser completamente diferente al de las serpientes malvadas descritas anteriormente. Tus palabras deben ser claras, concisas, nobles y correctas. Tus acciones deben ser abiertas y honestas sin intenciones subversivas o incluso la apariencia de tales. Que tu mirada sea sobria y constante, sin pestañear. Deja que tus pies sean solo para caminar. Y que tus dedos sólo señalen rectamente a la vista de todos los hombres.

El Señor Jesucristo fue un Hombre así, que declaraba las cosas abiertamente al mundo, enseñaba públicamente en las sinagogas y en el templo, y no decía nada en secreto (Jn 18:20). Se le llama Fiel y Verdadero, porque Él es el testigo fiel y verdadero (Ap 3:14; 19:11). Sus verdaderos ministros son como Él, usando una gran franqueza de palabra sin astucia ni engaño (2 Co 3:12; 4:1-2). ¿Conoces a Jesucristo? ¿Tienes cerca de ti a uno de Sus discípulos para que te enseñe?

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