Proverbios 7:3 (Dt 6:6-9)
“Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón” (Pr 7:3).
Salomón usó esta parte de Proverbios para enseñarle a su hijo sobre el peligro de las mujeres prostitutas, y no quería que olvidara sus palabras y reglas (Pr 7:1-2). Las miradas y halagos de las mujeres malvadas son muy poderosas. ¡No olvides mis advertencias, hijo! Las consecuencias de la fornicación son la muerte y el infierno. Arruinarás tu vida. No olvides mis lecciones.
Los buenos padres advierten a sus hijos sobre el horrible peligro de las mujeres libertinas, pero los hijos deben recordar las advertencias para que les hagan bien. Escuchar una advertencia es una cosa, pero recordarla y evitar el peligro del que te advierte, es otra, especialmente cuando el peligro es tan atractivo como una mujer seductora. ¡Recuerda lo que te he enseñado, hijo!
Que te digan que cierto camino está deslavado, y luego conducir por ese camino de noche, es una necedad. Es igual de necio leer las sabias advertencias de Salomón sobre las mujeres extrañas, pero luego estar en compañía de una, ver pornografía o enviar mensajes de texto a una mujer coqueta. Lo prudente es considerar las sensatas advertencias salomónicas, y alejarse lo más posible del peligro identificado.
Aquí hay dos figuras retóricas que enseñan la importancia práctica de recordar advertencias sabias. En realidad, no atas los versículos de la Biblia alrededor de tus dedos ni los escribes en una tabla en tu corazón; no literalmente. La lección es mantener las advertencias frescas en tu memoria, y tenerlas firmemente fijadas en tu proceso de pensamiento interno. No puedes dejar escapar estas advertencias.
David dijo: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal 119:11). Haces esto memorizando la Palabra de Dios, para que puedas tenerla en tu corazón cuando la necesites; o también puedes meditar en la Palabra de Dios y aferrarte a su fuerte énfasis en contra de los pecados sexuales. Debes estar comprometido en todo momento contra las mujeres extrañas.
Los padres de Israel repetían a menudo los mandamientos de Dios. Él les mandó: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Dt 6:6-9).
Las tentaciones sexuales están en todas partes hoy en día. La mayoría de las mujeres son promiscuas. Si olvidas la palabra de Dios que has oído, pierdes su efecto salvador en tu vida (1 Co 15:2; 1 Ti 4: 16). No puedes dejar que la enseñanza se te escape (He 2:1-4). Debes recordarla y repasarla constantemente, y no debes resentirte o rechazar a quienes te recuerdan que lo hagas (2 P 1:12-15).
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