Y ESTAS SEÑALES SEGUIRÁN A LOS QUE CREEN
¿Cuáles son las señales o los dones de señales? ¿Es posible que los tengamos? ¿Cuáles fueron las reglas para hablar en lenguas? ¿Es bíblico y válido tener sueños y visiones hoy en día? ¿Las campañas de sanidad son verídicas?
Una de las características del cristianismo bíblico verdadero es la distribución de dones espirituales del Señor Jesucristo por el Espíritu Santo a los miembros de la iglesia nuevotestamentaria para la edificación del cuerpo de Cristo.
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres” (Efesios 4:7-8).
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo...Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:4,11).
“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe” (Romanos 12:4-6).
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).
La Identificación de las Señales
Según Marcos 16:17-18, algunos de los dones espirituales fueron llamados “señales”.
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.
Estas señales son capacidades especiales, otorgadas por el Espíritu Santo, para acreditar, confirmar y autentificar a los siervos de Dios y los mensajes de Dios dados por ellos a las iglesias. Esas señales son: el don de hablar en lenguas, el don de sanidades, el don de profecía (predecir), el de hacer milagros y los otros dones mencionados en 1 Corintios 12:8-10.
Es evidente que los dones del Espíritu Santo que hoy día se encuentran en vigencia son los que se mencionan en Romanos 12:6-8.
La mayoría de las señales no están en vigencia hoy día porque no hay necesidad de ellas; ya tenemos la revelación completa de la Palabra de Dios, y “porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).
Acordémonos de lo que dijo nuestro Señor de los que demandan señales: “La generación mala y adúltera demanda señal” (Mateo 16:4).
El Propósito de las Señales
La Biblia enseña que las señales se dan como acreditación:
“Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén” (Marcos 16:20).
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos 2:4).
Las señales acreditaban al hombre de Dios:
“Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano. Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve. Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne. Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera. Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra. Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 4:1-10).
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro” (Juan 20:30).
“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis” (Hechos 2:22).
“Con todo, las señales del apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros” (2 Corintios 12:22).
Las señales acreditaban el mensaje de Dios:
“Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén” (Marcos 16:20).
“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” (Hechos 4:29-30).
La Provisión de las Señales
Una de las características del corazón humano es la necesidad de una señal (1 Corintios 1:22).
“Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría”.
También véase Éxodo 4:30-31, 31:13; Números 14:11; Jueces 6:17; 1 Samuel 10:7-9; Isaías 7:11,14; Ezequiel 4:3; Mateo 12:38-39, 24:3,30; Marcos 8:11-12 y Lucas 2:12,34.
Estas citas muestran la importancia de las señales a los judíos.
El Perfil de las Señales
Marcos 16:17-18 menciona cuatro tipos de señales:
1. echar fuera demonios,
2. hablar en nuevas lenguas,
3. tomar en las manos serpientes (milagros),
4. sanidad
En realidad, la profecía de nuestro Señor en este pasaje ya se ha cumplido, porque cada una de las señales se pueden hallar en el libro de Hechos. Por ejemplo:
“Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora” (Hechos 16:18 - echar fuera demonios).
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4 - hablar en lenguas).
“Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció” (Hechos 28:3-5 - serpientes mortíferas).
“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. (Hechos 3:6-8 – sanidad).
Como ya se cumplió esta profecía, no hay razón bíblica alguna de seguir buscando el cumplimiento de estos pasajes.
Además, si alguien se jacta de poseer “el don de lenguas” basándose en el pasaje de Marcos 16, no tiene el derecho de seleccionar el don de su gusto. El que habla en lenguas también podría sanar, tomar serpientes en las manos y beber cocteles venenosos sin recibir daño alguno.
Lo Pasajero de las Señales
Conforme a 1 Corintios 13:8, “cesarán las lenguas”.
Entendemos que todas las señales que hoy tanto enfatizan los carismáticos y pentecostales eran en realidad temporales. Considérese lo siguiente como evidencia bíblica que así era:
1. Como se mencionó arriba, las señales estaban dirigidas particularmente a los judíos.
2. La señal de lenguas fue una advertencia específica de juicio inminente sobre los judíos durante varios períodos de su historia:
“Jehová traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua no entiendas....Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella” (Deuteronomio 28:49,63).
“Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo” (Isaías 28:11)
“No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas” (Isaías 33:19).
“He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare” (Jeremías 5:15).
“En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes” (1 Corintios 14:21-22).
3. En 70 DC les llegó el juicio. Jerusalén fue destruida por los romanos y la nación dispersa. No hay antecedente bíblico de una señal manifiesta. Cuando la señal cumplió su propósito se acabó.
4. 2 Pedro 1:19-21 enseña que el don de profecía fue reemplazado con la Palabra escrita de Dios - ¡una palabra más segura!
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
El contexto de este pasaje aclara plenamente la suficiencia de las Escrituras. En los versículos 16-18, Pedro está hablando de la transfiguración de Cristo, sin duda la gran visión que se pudiera haber experimentado al vivir en la tierra (Mateo 17:9). Sin embargo el apóstol declara que tenemos una palabra más segura - la Biblia.
5. 1 Juan 2:20-21 enfatiza que el don de ciencia fue reemplazado por la Palabra escrita: la Verdad.
“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad”.
El Desmesurado Énfasis Acerca de las Señales
Con todo el énfasis hoy en día para hablar en lenguas, es sorprendente notar que solamente hay tres ocasiones del uso de este don en todo el Nuevo Testamento.
También hay un caso cuando se abusó del don. Pablo escribió la primera epístola a los corintios para corregir el abuso de este don, junto con varias otras cosas.
Las siguientes referencias muestran la verdadera importancia de este don.
“¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?” (1 Corintios 12:30). Respuesta: No.
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:1).
“Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1 Corintios 14:2-6).
“Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14:18-19).
Nótese que Pablo dominó al menos tres idiomas: griego (escribió sus epístolas en él), hebreo (Hechos 21:40; 22:2) y licaónico (Hechos 14:11,14).
El peligro de las Señales
1. Es extremadamente peligroso buscar los dones de señales hoy en día, porque Satanás puede producir señales y prodigios. Él puede duplicar e imitar los milagros de Dios:
“Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos” (Éxodo 7:10-12).
“Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho” (Éxodo 7:22).
“Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto” (Éxodo 8:7).
“Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes” (Marcos 13:21-23).
“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15).
“Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9).
“También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió” (Apocalipsis 13:13-14).
Nota acerca de: EL MOVIMIENTO CARISMÁTICO
Existen algunos grupos religiosos que creen que los fenómenos que estamos viendo hoy prueban que Dios está dando nueva revelación, validada por nuevos milagros, por mediación de la agencia de apóstoles modernos.
Muchos pentecostales y carismáticos hablan de “la restauración del poder del Espíritu Santo” a través de su movimiento. Lo que los apóstoles hicieron en el primer siglo, ellos dicen, los creyentes lo están haciendo hoy. ¿Es cierto esto? Si es así, ¿por qué las revelaciones modernas, las visiones, las lenguas, las sanidades y los milagros difieren tan drásticamente de los realizados por los apóstoles? ¿Y qué pasó con los milagros, las sanidades, las señales y los prodigios en los diecinueve siglos posteriores a la desaparición de los apóstoles? ¿Estuvo inactivo el Espíritu Santo durante todo ese tiempo? ¿Pueden los creyentes de hoy realmente esperar realizar la misma clase de milagros, sanidades y resurrección de los muertos vistos en la iglesia primitiva?
La Revelación: Su Propósito
La revelación es una intervención divina en los acontecimientos del mundo, y es Dios revelando Su persona por medio de hechos especiales. Este tipo de revelación vino a los hombres por varias formas:
1) Por sueños - Génesis 37: 5-10
2) Por visiones - Daniel 8:1
3) Por Urim-Tummim - Números 27:21
4) Por voces audibles - I Samuel 3:1-10
5) Por animales - Números 22:28
6) Por ángeles - Lucas 1:26-27
El Antiguo Testamento es el registro de la actividad reveladora y redentora. Esta actividad histórica es imposible desde el punto de vista de la escuela histórico-naturalista, la cual niega a Dios y, en consecuencia, la posibilidad misma de los milagros. No obstante, la evidencia arqueológica está estableciendo la verdadera naturaleza y precisión del Antiguo Testamento. Los mismos milagros con los cuales muchos tropiezan en la historia son demostraciones del poder de Dios, creando asombro y señalando la presencia de Dios en medio de los tiempos. Esta actividad de Dios es progresiva, tanto Su faceta reveladora como redentora, culminando en la encarnación del Señor Jesucristo.
La Palabra Divina como Revelación
La revelación como acontecimiento tiene necesidad de la revelación en forma de palabra. Los acontecimientos históricos están abiertos a diversas interpretaciones, como lo sabe cualquier estudiante de historia. Por lo tanto, Dios provee Su revelación en la historia junto con una Palabra interpretativa. El suceso y la Palabra deben ser una unidad, o de lo contrario el hecho en sí será mal interpretado, o lo que es peor aún, sin sentido. Por lo tanto, la inspiración es inseparable e indispensable, mientras que el acontecimiento y la Palabra unidos son la revelación. En consecuencia, las Escrituras son la Palabra de Dios misma, constituyendo la interpretación infalible de la actividad redentora de Dios.
El Problema de la Revelación Progresiva
El Movimiento Carismático exige: “El Espíritu como el Dios viviente va más allá del registro del testimonio pasado y su valor sirve solamente para ser un modelo de lo que está pasando hoy”. (Sr. Rodman Williams, Presidente de Medowland Seminario de Teología, California, USA).
Según Señor Williams la Biblia es solamente un modelo de lo que el Espíritu Santo está haciendo hoy para inspirar a los creyentes. Los carismáticos argumentan que la revelación de Dios es progresiva o continua; declaran que Dios está hablando hoy por medio del don de las lenguas, profecías y visiones.
El Término de La Revelación
I. El Canon Completo
Canon significa: “Catálogo de los libros sagrados declarados auténticos por la Iglesia" (Pequeño Larousse). Estas Escrituras fueron dadas por inspiración del Espíritu Santo y contienen la completa revelación de Dios. Las iglesias del fin del primer siglo y durante la primera mitad del segundo, con sus líderes, tenían que decidir cuáles de los escritos eran auténticos. Había cuatro reglas que guiaban a las iglesias a reconocer los libros canónicos del Nuevo Testamento:
1. Autor: Que el libro fuese escrito por un apóstol, o por uno que llevaba una relación estrecha con un apóstol (Juan 14:26; 2 Pedro 3:15,16).
2. Contenido: Que el libro demostrase el carácter espiritual del libro divino (Juan 8:32; 1 Tesalonicenses 2:13).
3. Aceptación: Que el libro tuviese aceptación universal, por todas las iglesias locales.
4. Inspiración: Que el libro mostrara evidencia de haber sido inspirado por Dios (Colosenses 1:1-2, Romanos 1:1,7).
Los 27 libros del Nuevo Testamento llenaron estos requisitos, y por lo tanto, se incluyeron en el canon. Había otros escritos que no llenaron estos requisitos; tales libros no se incluyeron en el canon. Los 27 libros del Nuevo Testamento fueron escritos durante los años 37 al 96 d.de J.C. El último de estos, el Apocalipsis, fue escrito por el apóstol Juan poco antes de su muerte, hacia fines del primer siglo. Podemos ver evidencia de que casi todos fueron reconocidos por las iglesias como de origen divino en menos de 100 años. La mayor parte ya estaba en uso común y eran aceptados por todas las iglesias como “las Sagradas Escrituras”, pocos años después de haber sido escritos.
Cuando Dios terminó a dar la revelación en el Antiguo Testamento hubo un período de 400 años de silencio durante el cual ningún profeta dio nueva o adicional revelación de parte de Dios. La revelación comenzó de nuevo con Juan el Bautista (quien no realizó ningún milagro ni ostentó dones carismásticos) en el Nuevo Testamento. Este período de dar revelación por parte de Dios terminó con los escritos del Juan el apóstol. Después siguió de nuevo el período de silencio. Podemos ver que Dios volvió a hacer lo mismo que hizo después de dar la revelación del Antiguo Testamento: comenzar un período de silencio (de prueba).
II. Los Dones de Revelación Se Acabaron
Dios ha dado a los apóstoles ciertos dones espirituales con el propósito de revelar las verdades divinas. Los dones dotados a los apóstoles para su obra eran en tres clases:
a. De revelación: sabiduría, ciencia, y profecías
b. De confirmación; sanidades, milagros, y lenguas
c. De administración: fe, maestros, ayudas, y administración (1 Corintios: 8-10, 28).
Los apóstoles recibieron de Dios la doctrina, la cual ellos tuvieron que comunicar a la iglesia (Juan 16:12-15). Pero ellos no tenían la doctrina completa como ahora está escrita en el Nuevo Testamento. Hay que notar que la iglesia primitiva era una iglesia “nuevotestamentaria” aunque todavía el Nuevo Testamento no había sido completado en forma escrita, la doctrina vendría a ser enseñada progresivamente por los apóstoles (Hechos 2:42). Los apóstoles enseñaron las verdades de Dios a la iglesia por medio de los tres dones de la clase de revelación, los cuales son: ciencia, sabiduría, y profecías.
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13:8-13).
Cuando lo perfecto llegó, estos dones se acabaron. La gramática de este pasaje tiene gran significado. Hay tres dones mencionados aquí que iban a desaparecer: 1) profecías, 2) lenguas y 3) ciencia. El significado de cada verbo es importante. “Se acabarán” significa quedar obsoleto y sin uso; cesar por su propia cuenta. “Cesarán” significa llegar a su fin, desistir. “Acabará” significa desaparecer, anularse. En el próximo versículo Pablo dice que algo vendría que sería “perfecto” (completo). Pablo dice que cuando haya sucedido esto, lo que es “en parte”, es decir: las profecías, la ciencia, y las lenguas, se acabarán.
¿Qué es lo perfecto?
Los cesacionistas (quienes argumentan que los dones descritos en el Nuevo Testamento cesaron totalmente tras el cierre del Canon) dicen que lo perfecto que menciona aquí Pablo es la Palabra de Dios. Es decir, al estar escritos y circular los libros del Nuevo Testamento, la necesidad de acreditación disminuyó proporcionalmente. Por eso hoy no necesitamos señales para acreditar y autorizar el mensaje predicado porque ya tenemos la Palabra de Dios, nuestra única y final regla de fe y práctica.
Por otro lado, los continuistas (quienes argumentan que los dones descritos en el Nuevo Testamento continúan funcionando hoy), dicen que lo perfecto mencionado aquí por Pablo es el estado de cosas que se realizarán tras la segunda venida del Señor Jesús. Es decir, las profecías, las lenguas y la ciencia se acabarán cuando el Señor Jesús regrese. El reino milenial del Señor Jesucristo es lo perfecto, por un lado (para los que vivan en la tierra). Y el estado eterno de los escogidos de Dios es lo perfecto (para los que vivan en la Nueva Jerusalén).
Creemos que tanto los cesacionistas como los continuistas están tanto equivocados como en lo correcto en cuanto a lo que aseveran.
Los cesacionistas están equivocados porque siendo los dones del Espíritu Santo, estos no pueden cesar como Él no puede cesar de ser. Sencillamente, en el momento actual estos dones no son necesarios.
Actualmente los elegidos de Dios estamos es un intermedio de prueba, donde la Palabra de Dios debe regirnos: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
En este sentido los cesacionistas están en lo correcto. La Palabra de Dios es la que debe ser exaltada en el presente. La Palabra de Dios es lo perfecto para hacer “que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. La Palabra de Dios es lo perfecto, también, para presentarle a los perdidos el camino de la salvación: el Señor Jesucristo.
Por esto es que también los continuistas están equivocados y acertados en su posición. Están equivocados en el énfasis desmedido que ponen en las manifestaciones sobrenaturales (que ellos adjudican al Espíritu Santo, pero que en la mayoría de los casos son falsificaciones carnales y satánicas) cuando deberían enfatizar la Palabra de Dios. Sin embargo, están en lo correcto al decir que los dones del Espíritu no han cesado. ¿Cómo podrían haber cesado si el Espíritu Santo es quién los posee y administra, y Él estará para siempre con y en nosotros!
Tanto la Palabra de Dios como el reino milenial y el estado eterno son lo perfecto, pero en su orden y en su tiempo correctos.
Entre el cierre del Nuevo Testamento y el comienzo de “los postreros días” el Espíritu Santo ha enfatizado la administración de la Palabra de Dios por encima de la manifestación de Sus dones. Aunque es posible que el Espíritu Santo realice manifestaciones especiales (milagrosas) de Sus dones, también es posible que estos sean realizados por el poder de Satanás y/o demonios. Las señales milagrosas son usadas hoy para convencer a las personas que Dios está aún realizando grandes cosas en muchos países a lo largo y ancho del mundo. Muchos cristianos creen que estas señales provienen de Dios.. Sin embargo, a menudo suscitan sólo inquietud y dudas en las mentes de los cristianos maduros y acostumbrados a aplicar el discernimiento espiritual: estas supuestas señales definitivamente no alcanzan el estándar bíblico. Los cristianos jóvenes, inmaduros e impresionables deben aprender a estar alerta y a tener presente que la Biblia sólo menciona señales y milagros falsos (satánicos) para los postreros días: “las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará”.
“Ahora conocemos en parte; pero entonces conoceremos como fuimos conocidos”.
Había dos cosas incompletas cuando Pablo escribió estas palabras en el año 54. Él escribió que “en parte conocemos y en parte profetizamos”.
Cuando la revelación de Dios llegó a ser completa, tal y como está registrada en el Nuevo Testamento, la ciencia y la profecía fueron dejadas de lado momentáneamente por el Espíritu Santo (no desaparecieron). Todos los dones que fueron dados a los apóstoles fueron dados para que ellos pudieran completar toda la revelación que Dios quería dar al hombre.
Los dones de confirmación fueron dados para autenticar la doctrina de los apóstoles (Marcos 16:14-20). Además, los dones de manifestación confirmaron el ministerio de los apóstoles (Marcos 16:20; Hebreos 2:1-4; 2 Corintios 12:11,12; 1 Corintios 14:37). Por eso, la iglesia primitiva podía estar segura de que los escritos apostólicos contenían las auténticas doctrinas de salvación.
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).
En resumen, Judas dice que “la fe”, es decir, todas las doctrinas dadas a la iglesia por los apóstoles, fueron dadas “una vez” para siempre.
Así que, la doctrina que la iglesia recibió de los apóstoles, está completa y, según el Apocalipsis, a esa doctrina, jamás habría que añadirle nada ni quitarle nada (Apocalipsis 22:18-19).
Los apóstoles fueron hombres escogidos por el Señor Jesucristo y dotados de autoridad para hablar por Dios (1 Tesalonicenses 2:13; Gálatas 1:11,12). Ellos hablaron la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo (Mateo 10:20; Gálatas 3:1-6). Uno de los requisitos para ser un apóstol era de haber visto a Jesús el Señor (Hechos 1:20-26; 1 Corintios 9:1). El Señor Jesús escogió 12 apóstoles y al fin de los siglos habrá sólo 12 apóstoles (compárese Mateo 10:1 y Apocalipsis 21:12). Durante el tiempo en que Dios había estado dando la revelación progresivamente existían otros apóstoles (Hechos 14:14; Romanos 11:13, 16:7; Efesios 4:11). Al morir el apóstol Juan, el oficio especial de apóstol se terminó. Una vez que estuvo completa la obra específica de los apóstoles, no hubo más necesidad ni del ministerio del apóstol ni de sus dones (Efesios 2:19-22).
III. Consumación de la Revelación Especial.
En el Señor Jesucristo (Hebreos 1:1-3; 2:3,4).
Este pasaje de la Escritura señala en forma distintiva al Señor Jesucristo como el resumen de la revelación de la Persona y voluntad de Dios, así como también la culminación de la redención. Cristo es el hecho supremo de la revelación, como también la expresión hablada de la Palabra de Dios en forma definitiva desde el momento en que Él declaró que Sus enseñanzas son “tu Palabra” (Juan 1:1-3; 10-12; 17:14). Su Palabra y Su obra son una unidad, y no necesitamos ni podemos escoger entre ellas (Juan10:37,38). El es la expresión final y suprema de la revelación como suceso histórico cuando Dios mismo se hace carne y entra en la corriente de la historia tal como lo expresa el lenguaje y la cultura de la Palestina del siglo I. Él es el centro del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento (Lucas 24:25-27, 44,45; Juan 20:30,31).
Así la Escritura es la historia, la interpretación y el registro infalible de la revelación de Dios, que culmina en Su propia presencia entre los hombres. Las Escrituras, en especial el Nuevo Testamento, son la perpetuación, dentro de la iglesia, de la comprensión y la experiencia apostólica de la Encarnación. El Cristo único es el que se nos revela en la Escritura. Este testimonio escrito de la vida de Cristo es la prolongación de Su palabra hablada. Uno no puede aceptar la autoridad de Cristo ni entender Su mensaje sin entender y aceptar como autoridad el Nuevo Testamento. Otras doctrinas concernientes a las Escrituras, tales como la canonicidad e inspiración, son, por lo tanto, tan importantes como la revelación, desde el momento en que la Escritura en sí misma es revelación.
¿Milagros Apostólicos?
Los milagros registrados en el Nuevo Testamento, efectuados por hombres diferentes de Cristo, confirmaban la autoridad profética de quienes eran portavoces de Dios. En 2 Corintios 12:12 Pablo se refiere a los milagros como a las “señales de apóstol”. En el contexto lo que él está haciendo es defender su propia autoridad apostólica. “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”. Él entendía los dones milagrosos como prueba establecida por Dios con respecto al ministerio apostólico. El apostolado iba concomitante al hecho de ser instrumento de revelación divina, porque los apóstoles eran portavoces autorizados de Dios y autores de la Escritura en el nuevo pacto al igual que los profetas lo habían sido en el Antiguo.
En Gálatas 3:5 Pablo apeló a su capacidad para hacer milagros, como una evidencia de que él (en vez de los judaizantes) era digno de crédito. Él había traído el Evangelio haciendo milagros. En cambio, quienes pretendían obligar a la iglesia a regresar al antiguo pacto, no habían hecho milagros. De modo que estaban cayendo en el absurdo al rechazar a Pablo y de aceptar a falsos maestros. De nuevo, en Romanos 15:18,19, Pablo se refiere a las maravillas que Dios ha obrado por su mediación como prueba de su apostolicidad.
Hebreos 2:1-4, resulta de vital importancia para el entendimiento de la doctrina cristiana de los milagros y las señales. En el capítulo 1 de la epístola ya se ha mostrado que el Señor Jesús fue el mayor de todos los profetas. Dios, antaño, había hablado varias veces y de diversas formas; pero ahora Él ha hablado a través de Su propio Hijo dando así una revelación muy superior. Por esta razón el capitulo 2 comienza: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído”. Nos corresponde prestar cuidadosa atención y obediencia al mensaje que se nos ha dirigido. Porque, si quienes tuvieron la oportunidad de escuchar a profetas menores fueron juzgados por descuidar el mensaje del Antiguo Testamento, ¿cómo nos escaparemos nosotros de la condenación si descuidamos las palabras del Hijo de Dios?
En este punto, el versículo 4 llama nuestra atención sobre los milagros. El mensaje al cual debemos prestar atención “comenzó a ser anunciado por el Señor” mismo. Sin embargo, “nos fue confirmado por los que oyeron”. Estos testigos de primera mano (presenciales), o apóstoles que habían estado personalmente “juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros” (Hechos 1:21) tenían un ministerio de confirmación. Hebreos 2:4 dice: “Testificado Dios juntamente con ellos con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”. Otra vez los milagros del Nuevo Testamento se encuentran estrictamente definidos como el sello aprobatorio de Dios respecto al mensaje de los apóstoles, que no era otra cosa que un registro inspirado de las cosas que ellos vieron y oyeron mientras estaban con el Señor Jesús. Recordar estas maravillas debería ser suficiente para hacer más profundo nuestro respeto hacia la autoridad de Sus palabras y prepararnos para darles una mayor atención.
Pero ¿qué se puede decir con respecto a los cristianos ordinarios (que no eran apóstoles) a través de los cuales también se hicieron milagros en la iglesia del Nuevo Testamento? Porque, aunque los apóstoles fueron los principales obradores de milagros, muchos otros creyentes compartieron con ellos los dones de profecía, sanidad, etc. El libro de los Hechos y 1 Corintios 12-14 dan cuenta de un amplio espectro de dones extraordinarios ejercidos por muchos dentro de la iglesia primitiva.
Un incidente registrado en el libro de los Hechos, nos presenta directamente el asunto de cristianos que, sin ser apóstoles, obraban con apostólica autoridad. En Hechos 8:4-13 encontramos a Felipe haciendo milagros y predicando el evangelio en Samaria. Gran número creyó en Cristo y fue bautizado como consecuencia de su ministerio. Cuando el entusiasta informe sobre los nuevos convertidos llegó a Jerusalén, Pedro y Juan fueron comisionados para ir allá con el propósito de confirmar la obra. Luego de llegar los apóstoles a Samaria, oraron para que los convertidos pudieran recibir el Espíritu Santo. Por supuesto, ya los convertidos verdaderos tenían el Espíritu Santo en sus corazones, porque “si un hombre no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él” (Romanos 8:9). Sin embargo, mediante la oración y la imposición de las manos por parte de los apóstoles, el Espíritu descendió sobre los nuevos convertidos con dones milagrosos. Esta interpretación resulta consistente con la inmediata reacción de Simón. Él pudo ver que ellos habían recibido el Espíritu. El pidió que le vendieran el poder apostólico de transmitir el Espíritu mediante la imposición de las manos.
¿Por qué Felipe no podía impartir esos dones extraordinarios? Él había obrado milagros. Pero, parece haber sido una prerrogativa de los apóstoles, únicamente, el suministrar estos dones a otros. Cada ocasión registrada en que alguien en la iglesia recibía tales dones, ocurría bajo el ministerio directo de un apóstol. De modo que aun la práctica general de la operación de milagros y dones extraordinarios, dentro de la iglesia, servía como un testimonio de la autoridad profética de los apóstoles.
Simón reconoció inmediatamente que las señales portentosas de otros evidenciaban la autoridad única de los apóstoles, y pidió, en consecuencia, que le vendieran la oportunidad de entrar en ese grupo privilegiado. Cuantos hacían milagros por el poder de Dios, los hacían mediante la imposición de las manos de los apóstoles. Otro que hacía milagros como Felipe sin ser apóstol, no podía transmitir tales dones.
La Escritura nos habla de obras milagrosas ejecutadas por falsos profetas. Pero aun en el dominio de Satanás, los milagros se proponen asegurar la fe en el mensaje comunicado por quien los ejecuta. Ésta es la razón por la cual semejantes hechos son identificados como “prodigios mentirosos” (1 Tesalonicenses 2:9), porque inducen a los hombres a creer las mentiras de los falsos maestros. El Nuevo Testamento indica que debemos esperar la continuidad de los falsos profetas acompañados de sus señales fraudulentas. Habrá aun muchos falsos cristos en el futuro cercano.
Resulta ineludible, a partir del estudio del Nuevo Testamento, la conclusión de que a ningún verdadero siervo de Cristo se le dará hoy el poder de hacer milagros como los que se describen en el Nuevo Testamento porque el lugar de estos ahora lo ocupa algo mucho mejor: la Palabra Escrita de Dios.
Pero esto no significa que los dones hayan cesado.
Durante los últimos tres años y medio de esta era, el Apocalipsis (Ap. 11:1-14) menciona el ministerio de los Dos Testigos. Consistentes con todo el Nuevo Testamento, los milagros ejecutados por los Dos Testigos no son otra cosa que la confirmación de Dios a una misión dada por Él. En estos Dos Testigos vemos a dos hombres haciendo milagros que acompañan una comunicación inspirada de Dios en un momento único en la historia de la humanidad (como único fue, también, el momento en la historia de la humanidad en que vivieron y obraron los apóstoles).
Respecto a los “postreros días”, Hebreos 1:1-2a dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”. “Estos postreros días” son los días en los que Dios se reveló a Sí mismo a través del Hijo. Esta revelación se encuentra completa en el Nuevo Testamento.
Apocalipsis 22:18-19 finaliza la revelación del Hijo. Con la redacción de este libro profético, que bosqueja los eventos de los “postreros días” hasta el mismo estado eterno, la revelación directa de Dios cesó. No más revelación directa de Dios le será dada a nadie. Todo lo que Dios tenía que decir, lo ha dicho ya en el Apocalipsis. Los que dicen que reciben comunicación directa de Dios hoy en día, se están engañando a sí mismos y están desobedeciendo la clara enseñanza de la Biblia al respecto.
La evidencia presentada en este breve artículo requiere que modifiquemos nuestros interrogantes básicos en cuanto al tema. No podemos meramente preguntarnos ¿Deberían los cristianos hacer milagros hoy? ¿Debe haber profetas en la iglesia de hoy? ¿Debe haber personas que estén comunicándonos directamente de la verdad revelada de Dios ahora?
En vez, deberíamos preguntarnos: ¿Será lícito que hoy procuremos más revelación cuando se nos ha dado la Palabra de Dios de manera completa, Palabra que está al alcance de todas las personas, con promesas de sabiduría celestial para entenderla y ponerla por obra en nuestras vidas? ¿Será lícito que procuremos hoy señales y prodigios cuando ya el Señor nos ha dicho que ‘la generación mala’ es la que los demanda?
La Palabra de Dios debe regir al pueblo de Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
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