ECLESIASTÉS 6-8

“El que trabaja coma poco o mucho siempre duerme a gusto… al rico, en cambio sus riquezas no lo dejan dormir” (Ec 5:12).

Salomón sigue relatando las conclusiones sobre su vida y la de la sociedad. Es muy franco y no trata de “maquillar” lo que ha visto. Acerca de las grandes fallas de los gobiernos humanos dice: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre” (Ec4:13-14). Hay un caso real en la Biblia, el de José, que por la sabiduría y favor que recibió de Dios, desde la cárcel llegó finalmente a gobernar todo Egipto bajo el faraón.

Salomón describe el desgaste natural que tienen todos los gobernantes, especialmente si no toman en cuenta a Dios para mantenerse humildes. Es muy común que los líderes se encierren en sus palacios y se rodeen de los que sólo les rinden pleitesía. Excluyen a los que le pueden decir las verdades duras sobre su reino. Esto le pasó a la mayoría de los reyes de Israel, empezando con Saúl y hasta le sucedió al mismo Salomón. Dios le advirtió al final de su reinado que estaba pecando, pero Salomón no le hizo caso. De modo que el consejo que entregó a los demás, al final no se lo aplicó a sí mismo y se volvió literalmente un “rey viejo y necio que no admite consejos”. Casi fueron palabras proféticas, pues al desobedecer a Dios, fue sustituido por Jeroboam, un joven sabio al que Salomón trató de matar. De modo que la Biblia nos enseña de nuevo que no es él que comienza bien el que triunfa, sino quien termina bien. Como dijo el mismo Salomón: “Mejor es el fin del negocio que su principio” (Ec 7:8). Lamentablemente, “su negocio” en la vida no terminó como había esperado. 

Luego dice otra gran verdad: “Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu” (Ec 4:15,16). 

En términos modernos, se refiere a la “luna de miel” política que le ocurre al gobierno recién elegido. Hay un dicho aquí que dice: “Toda escoba nueva barre bien”. Así, todos se esperanzan de que habrá ahora un gran gobierno y que las injusticias serán corregidas, pero pronto se desilusionarán. No han aprendido la gran verdad bíblica de que el hombre es incapaz de gobernarse a sí mismo. Cristo dijo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15:5). Es la gran lección del Huerto del Edén, pues una vez que Dios fue rechazado, el hombre escogió decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo. Desde luego que nadie tiene esa sabiduría perfecta salvo Dios. Por eso, tarde o temprano, el hombre abusará de su poder y privilegios al no estar cerca de su Camino verdadero, ni tener su santo espíritu. Hay una máxima que reza: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Sólo con el Espíritu de Dios morando verdaderamente en uno podrá usar esa sabiduría divina para evitar ese desgaste espiritual y moral. 

Salomón ahora habla de la ligereza de las promesas que es tan común hoy día. En especial, cuando uno le hace una promesa a Dios, tomen en cuenta que él lo está escuchando y espera que uno cumpla. Dice: “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras… Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios” (Ec 5:1-7). La recomendación de Salomón es que no hagamos ligeramente promesas si después no las vamos a cumplir. Más bien, planifiquemos primero cómo se va a llevar a cabo algo y asegurémonos de que lo haremos antes de comprometernos.

Cristo dijo: “Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera… Pero sea vuestro hablar: Sí, si; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mt 5:33-37). Uno tiene que tener mucho cuidado con lo que uno dice, pues ante Dios, es un compromiso. Todos los juramentos del mundo no sirven de nada si la persona no es cumplidora. Al contrario, Cristo quiere que todos seamos ejemplos de cumplir con nuestra palabra de modo que no se necesita añadir nada más como respaldo.

Luego Salomón de nuevo habla de las fallas de los gobiernos. La Biblia Popular aclara bien el texto: “No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. ¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!” (Ec 5:8-9). Esta es otra razón por la cual los gobiernos terminan en revoluciones, dictaduras o guerras civiles. La presión de las injusticias aumenta tanto que por fin revienta el sistema vigente. Lo único que ha podido hacer el hombre en las democracias es dividir el poder en tres partes por igual: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Se supone que cada rama del gobierno vigila a las otras por excesos, pero es una lucha constante por dominar. Normalmente es el ejecutivo quien gana las batallas, por eso hay elecciones cada 4 o 6 años, para legalmente eliminar al gobernante inepto. Hay sistemas, como el inglés o el norteamericano, que han podido sobrevivir por siglos de esta manera, aunque igual hay grandes desgastes morales, escándalos y decadencia en el sistema general. Recordemos que el experimento democrático sólo tiene dos siglos. El de Grecia duró varios siglos hasta colapsar. En cambio, el de Cristo es el que funciona (Mt 20:25-28).

Ahora Salomón se enfoca sobre las finanzas. En la versión Popular dice: “El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión., porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? el trabajador, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir” (Ec 5:10-12). Una de las mujeres más ricas de los EE.UU. con el apellido de Vanderbilt, dijo una vez: “Uno no puede ser suficientemente rica ni delgada”. ¡Qué desgracia de valores! 

Otro mal que se ve con las riquezas es lo siguiente: “Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño, pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle. Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y que sacó de tanto trabajar para nada? Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos” (Ec 5:13-17 versión Popular).

Aún hoy día los negocios siempre son inciertos. Un día sube la bolsa, otro día cae, un día parece que uno tiene un empleo seguro, al siguiente la empresa se va a la quiebra. Los ciclos económicos nunca terminan, y muchas personas quedan al final en la ruina. ¿Qué se puede hacer? Según la Biblia, lo más importante es estar cerca de Dios y obedeciéndole en el lado financiero. Dios dice que la bendición y la seguridad financiera vienen por Él. Dice:  “La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Pr 10:22). Esto quiere decir que Dios nos protegerá, no en forma absoluta, pues nosotros pagamos por las malas decisiones, pero en forma de ayuda de su parte. Como dijo David: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Sal 37:25).

¿Qué concluye Salomón, al haber dejado el Camino de Dios y esa seguridad? Se convierte en un tipo de sibarita, que significa una persona dedicada a disfrutar principalmente lo físico en esta vida. “He encontrado que lo mejor y más agradable es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado. Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida” (Ec 5:18-20, versión Popular). 

Esta filosofía está muy de moda hoy día, nos dice: “Disfruten hoy, no se preocupen del mañana”. Desde luego que surgen muchos males por estas ideas, pues hay que planificar para el mañana. También, como Cristo dijo: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lc 12:15,21). 

Luego comenta sobre los que amasan grandes fortunas, pero no logran disfrutarlas. De nuevo, son mayormente los “trabajólicos” que se esclavizan a sus trabajos, y por inseguridades o por ser avaros, nunca dejan tiempo para gozar de sus bienes. Un caso extremo, según el libro de Guinness sobre los récords mundiales, es de la mujer más tacaña del siglo pasado. Se llamaba Hetty Green y vivió hasta principios de los 1900. Dice: “Tenía sólo en un banco más de 31,400,000 dólares. Era tan avara que tuvieron que amputar la pierna de su hijo porque ella se demoró tanto en encontrarle una clínica gratuita. Ella misma vivía de avena fría al no querer prender la cocina para calentarla y murió de una apoplejía cuando discutía de los beneficios de la leche descremada”. La avaricia ha existido desde que el ser humano fue expulsado del Edén. 

Luego, Salomón pregunta sobre lo que le ocurre al hombre tras la muerte. “Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol? (Ec 6:12). Es muy triste que no se acordó de las enseñanzas de su padre David sobre la futura vida, pero ya no seguía el mismo camino. David dijo: “Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol (la tumba), porque él me tomará consigo” (Sal 49:15). Muchos otros salmos hablan del futuro reino del que David esperaba ser parte. 

En el capítulo 7, Salomón entrega más de sus famosos proverbios. Muchos son muy parecidos a los del libro de Proverbios, he aquí en la versión Popular: 

Eclesiastés 7:1 - “Vale más la buena fama que el buen perfume (Pr 22:1). 

Eclesiastés 7:2,4-5 - “Vale más ir a un funeral que ir a divertirse; pues la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran recordarlo… el sabio piensa en la muerte, pero el necio, en ir a divertirse. Vale más oír reprensiones de sabios que alabanzas de necios” (Pr 27:5). 

Eclesiastés 7:8 - “Vale más terminar un asunto que comenzarlo. Vale más ser paciente que valiente”. Lo que explica es que para lograr algo, se necesita la perseverancia y no sólo la audacia para empezar una obra, que puede ser precipitada (Pr 13:12). 

Eclesiastés 7:13 - “Fíjate bien en lo que Dios ha hecho: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido? Cuando te vaya bien, disfruta ese bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe lo que ha de traerle el futuro”.

Palabras sabias, que nos ayudan a meditar sobre nuestra vida y no tomar el futuro por sentado. Es bueno visualizarse en los peores momentos como el los mejores de la vida, y tener el valor para aceptar lo que venga con la fe en Dios. Al respecto, Pablo dice: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4:11-13). 

Eclesiastés 7:16-18 - “No hay que pasarse de bueno, ni tampoco pasarse de listo. ¿Para qué arruinarse uno mismo? No hay que pasarse de malo, ni tampoco pasarse de tonto. ¿Para qué morir antes de tiempo? Lo mejor es agarrar bien esto sin soltar de la mano aquello. El que honra a Dios saldrá bien de todas estas cosas”. 

Todavía vemos que a Salomón le quedan chispazos de sabiduría divina, pero ahora son muy pasajeros. Nótese que entrega ese consejo a otros, pero no dice que él lo está practicando. Muchos de nosotros sabemos qué cargante es una persona que se cree muy buena o lista, y quiere que todos lo sepan. Es un tipo de autojusticia que Dios aborrece. Pero también hemos conocido a personas que le gustan ser consideradas atrevidas y antipáticas. Un compañero de escuela que tenía un gran físico, al confiarse tanto en ello, se puso a jugar en la punta de la lancha que estaba en movimiento. De repente se tambaleó, cayó y murió. Todo esto en forma tan innecesaria, sólo por ser temerario. Por eso dice aquí que no debemos de “tontear” con los peligros que nos rodean para no morir prematuramente. Continua Salomón: 

Eclesiastés 7:20-21 “Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque. No hagas caso de todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti. Aunque también tú, y lo sabes muy bien, muchas veces has hablado mal de otros”. 

Nunca hay que “endiosar” a otra persona, aunque tenga un puesto importante de autoridad. Aun en la iglesia, se aplica lo mismo para un ministro o un pastor. Recordemos que la infalibilidad es sólo de Cristo y el Padre. En cambio, la falibilidad es del apóstol para abajo. Aunque debemos tener profundo respeto a las autoridades en la iglesia, hay que estar vigilantes por si se desvían de la Ley de Dios. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí así como yo de Cristo” (1 Co 11:1). Tal como dice Isaias 8:19-20: “Y si os dijeren: Preguntad a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. 

Respecto al segundo punto, es bueno no hacer mucho caso de los chismes y rumores que se dicen de uno. Tomemos en cuenta las imperfecciones de los seres humanos y de nosotros mismos. La mejor manera de combatir las malas lenguas es mantener limpia y con buenos frutos la vida de uno. 

Eclesiastés 7:26-28 - “He encontrado algo que es más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes… He encontrado un hombre entre mil, pero ni una sola mujer entre todas ellas”. 

Los mil turnos que tenían las mujeres de Salomón: “He encontrado algo que es más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos” (Eclesiastés 7:26 DHH)

Salomón fue una autoridad en esta área. Se atrevió a tener mil mujeres. Sin embargo, aquí confiesa que no encontró la paz con ninguna de ellas. El palacio se pareció a una telenovela continua. Era un nido de intrigas con las mujeres lidiando para tener preeminencia sobre las demás, y para que sus hijos pudieran ser los sucesores y herederos. Esto significaba tratar de descalificar a las otras y tender intrigas para ganarse el favor de Salomón. En realidad, se lo buscó, pues como Cristo dijo, “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mt 19:4,5). No fue la intención de Dios que el hombre tuviera más de una mujer. No le entregó varias a Adán. Pero cuando el hombre se alejó de la Verdad y buscó su propio camino, se aprovechó de la debilidad física de la mujer para imponerse. Es un gran problema hasta hoy día. 

Eclesiastés 8:6-8 - “En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir. No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte. No hay quien escape de esta batalla. Al malvado no lo salvará su maldad” (DHH). Otra vez se enfoca en su inminente muerte y se da cuenta de que a pesar de su gran poder y riquezas, no puede evadirla. Se frustra al pensar que morirá como cualquier ser humano corriente. Los ricos pueden filtrar el aire, los malos se pueden rodear de guardias, pero todo es en vano al final, pues el cuerpo tiene su propio reloj biológico con la cuenta regresiva que cuando termina, uno irremediablemente muere. Sin embargo, cuando uno tiene esa fe en el futuro, sabe que la muerte es como dormir para ser despertado en el glorioso Reino de Dios. Dice Pablo: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Ts 4:13-14). 

Eclesiastés 8:10-15 - “También he visto que a gente malvada, que se mantuvo alejada del lugar santo, la alaban el día de su entierro; y en la ciudad donde cometió su maldad, nadie después lo recuerda. Y esto no tiene sentido, porque al no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre sólo piense en hacer lo malo. ¡Así resulta que el que peca y sigue pecando vive muchos años! (Lo que yo sabía es que a los que honran a Dios y guardan reverencia ante él, le va bien; y que, por el contrario, a los malvados les va mal y su vida pasa como una sombra porque no muestran reverencia ante Dios.) Y así se da en este mundo el caso sin sentido de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y de hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que tampoco esto tiene sentido! Por eso, me declaro en favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo”. 

Salomón aquí cae en la vieja polémica de por qué Dios permite la maldad y las injusticias. Cuando uno entiende que este no es el mundo de Dios y que vendrá un Reino en el futuro para enderezarlo, hay tranquilidad. Recordemos lo que Satanás dijo al mostrar a Cristo el mundo: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lc 4:6-7). Lo que vio Salomón, era una consecuencia lógica de esto. Satanás premia a los suyos, y trata de hacer sufrir a los hombres de Dios. Sólo hay una promesa especial para los que conocen el verdadero camino de Dios en que él interviene en forma especial: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro 8:28). Recordemos también que David casi cayó en el mismo engaño que Salomón pero como estaba cerca de Dios, se salvó: “Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón. En cuanto a mi, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero… Por tanto, la soberbia los corona… logran con creces los antojos del corazón… Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente!” (Sal 73:1-7, 16-19 DHH). 

A veces uno se olvida que “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gl 6:7-8). El que fue honrado aunque era malvado, tarde o temprano le vendrá el castigo, aun a la siguiente generación. Recordemos: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo, se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas” (1 Ti 5:24-25). Esa es la verdad consoladora.

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