LAS PARÁBOLAS DE SALOMÓN

El libro de Proverbios es único por el empleo de ilustraciones parabólicas. ¡Cuán cargado está el libro de ilustraciones, metáforas y figuras tomadas de todos los ámbitos! Entre algunas de las gemas parabólicas está la de la parábola de las casas con y sin cimientos (Proverbios 9:1; 24:3,27; ver Proverbios 12:7; 14:11). Cuán sugerentes son estos pasajes de Mateo 7:24-29 y 1 Corintios 3:11-15. La casa aparentemente fuerte de uno no es tan segura como la frágil del otro.

El pasaje solemne sobre aquellos que tratan con desprecio una invitación a la fiesta (Proverbios 1:24-27), debe compararse con la parábola de nuestro Señor sobre el rechazo de los invitados a una fiesta fastuosa (Mateo 22:1-14).

El párrafo sobre la humildad en presencia de la realeza y de los grandes (Proverbios 25:6-7) es casi idéntico a lo que nuestro Señor dijo acerca de que aquellos que codiciaban lugares altos tenían que tomar los inferiores. En su adaptación parabólica de la exhortación de Salomón, nuestro Señor señala su propio ejemplo (Lucas 14:10; Mateo 20:25; véase Juan 2:28).

El poder de un rey justo para dispersar el mal (Proverbios 20:8) puede compararse con el efecto del reinado de nuestro Señor cuando establezca Su trono (Mateo 25:30-46). Una mirada de Sus ojos justos será suficiente para dejar mudos a aquellos que están desprovistos del vestido de boda.

El proverbio “el favor del rey es para con el siervo sabio”, encuentra eco en las parábolas donde los siervos muestran su sabiduría con su fidelidad en el comercio, diligencia en el servicio y constancia en la vigilancia. En Proverbios 8:34 el Señor mismo está hablando del que vela tal como lo hizo en los evangelios: “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando cada día a mis puertas, esperando a los postes de mis puertas”.

En esta descripción del camino de los malvados y cómo se puede evitar (Proverbios 4:20-27), Salomón usa un lenguaje similar al de las parábolas de nuestro Señor en las que enseñó a sus discípulos que la contaminación surge, no de lo que entra a la boca como alimento, sino de lo que sale del corazón y de la boca al hablar.

La importancia de guardar el corazón con toda diligencia es el pensamiento central de la séptuple cadena de preceptos de Salomón. Se dividen en dos grupos, los tres primeros muestran cómo la Palabra llega al corazón a través del oído y el ojo, y luego cuatro enseñan que el corazón gobierna el caminar. ¿No enseñó nuestro Señor mismo que “de la abundancia del corazón habla la boca”?

Además, Salomón usa una gran cantidad de lenguaje figurado sobre la siembra y la cosecha (Proverbios 11:18,24; Proverbios 22:8; Eclesiastés 11:6), todo lo cual puede colocarse junto a la Parábola del Sembrador (Mateo 13), y también lo que Pablo escribió sobre el mismo tema (2 Corintios 9:6; Gálatas 6:7).

La Parábola del Rico (Lucas 16:19-31) es una ampliación del proverbio: “Las riquezas no aprovechan el día de la ira... El que confía en sus riquezas caerá (Proverbios 11:4,28) .

Frases como “El justo florecerá como follaje” y “La raíz del justo da fruto” (Proverbios 11:28; 12:12), adquieren un nuevo significado en comparación con Juan 15. Entonces “el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza” (Proverbios 28:19), resume la experiencia del Hijo Pródigo.

En cuanto a Proverbios 13:7, lo mismo describe a Aquel que vendió todo lo que tenía para comprar el campo y la perla. Esta es la única vez que se encuentra la palabra proverbio en Proverbios, aunque en un sentido amplio la palabra a veces se usa para referirse a un proverbio. “Como las piernas débiles del cojo, así es el proverbio en la boca del necio” (Proverbios 26:7), lo que implica que los espiritualmente ciegos no pueden hacer más uso de un dicho sabio como guía que un cojo puede usar su piernas lisiadas. ¿No es esto lo que nuestro Señor tenía en mente cuando dijo a sus discípulos: “A vosotros os es concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les es concedido en parábolas, para que viendo no vean, ¿Y al oír tal vez no entiendan”? (Lucas 8:10).

También está la Parábola del Joven Pobre y Sabio (Eclesiastés 4:13-16). Si bien puede ser difícil determinar la asociación histórica exacta de este breve relato, se ve fácilmente que en “el rey viejo y necio” Salomón hizo un autorretrato. En la aplicación de la ilustración, el joven pobre y sabio es evidentemente el Señor mismo, “que sale de la cárcel para reinar”. Por su puesto que esto apunta a uno a uno más grande que Salomón. “Aunque en su reino nació pobre”. Salomón considera el reino del segundo, que “está en lugar de aquel”. Él contempla el número de sus súbditos: “No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía”. ¿Es ésta una profecía del rechazo de nuestro Señor, un indicio de los largos siglos posteriores a Su encarnación, cuando los hombres no habrán aprendido a regocijarse en Él? El Salmo de Salomón (Salmo 2:1-12) habla del día alegre en que todas las naciones llamarán bienaventurado al Señor.

Salomón era un hombre de gran capacidad intelectual que se hizo legendario a una edad comparativamente temprana. Se le atribuyeron muchas composiciones poéticas y era particularmente experto en cristalizar múltiples aspectos de la vida en forma de proverbios literarios.

A la luz del Nuevo Testamento, muchas de las parábolas de Salomón ya no son oscuras, porque podemos ver en ellas profecías de Aquel que es más grande que él.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

CAPÍTULO 1

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